Ciudad de Dios narra la vida de varias personas que habitan en una favela en Río de Janeiro entre los años sesenta y los ochenta. En la película se nos muestra la evolución de una urbanización construida en la década de los sesenta con el propósito de albergar familias sin vivienda, y que en poco tiempo acabó convertida en una ciudad marginal regida por sus propias leyes e impenetrable para quienes no viven allí.
En Ciudad de Dios, los jóvenes buscan la garantía del éxito y/o la supervivencia en la delincuencia. Un nuevo contexto de aprendizaje, lejos de las escuelas y oficios, que dan paso a una nueva generación familiarizada con el crimen: crimen con un sentido y un propósito. Son corrientes los enfrentamientos con la policía; ir armado y saber pelear es la educación necesaria para sobrevivir en esta favela de Río de Janeiro.
La inseguridad está en todos los rincones, bajo lo que llaman la Ley de la calle, la norma de la inexistencia de las normas, de callar si quieres vivir, de conocer a quién debes respetar y a quién debes obedecer: o comes, o te comen.
Entre los jóvenes, uno es más respetado cuanta más personalidad tiene y más seguridad en sí mismo transmite. El grupo tiene una gran importancia (apañárselas solo en Ciudade de Deus es casi imposible).
Toda persona desconocida es considerada enemigo, es difícil entablar amistad con alguien, los prejuicios son constantes, y antes de conocer a uno es imprescindible dejar claro que estás por encima de él.
Son conscientes de sus malas condiciones de vida, saben que viven peor que otros y les tienen odio (“todos esos blancos que tenían de todo, coche, nevera, que comían cosas buenas, que no vivían en chabolas sin agua corriente ni meadero”).
En este contexto, uno aprende a sobrevivir con la delincuencia, la motivación la genera el ideal del fuerte.
¿Podemos juzgarles desde el punto de vista occidental? ¿Agresores o agredidos?
Nosotros no vivimos la misma realidad ni social ni económica. No podemos juzgarles sin tener en cuenta su contexto: su manera de pensar, su educación, la cultura aprendida, su día a día.
Si nos fijamos en nuestro propio punto de vista, como occidentales, les consideraríamos unos agresores, unas personas que sólo saben vivir con la violencia, que no tienen metas y propósitos buenos (insistimos, desde nuestra perspectiva) y que no hacen nada para salir de esa situación en la que están.
Pero, viéndolo desde una perspectiva más objetiva, son víctimas de un mundo injusto, que excluye a los diferentes, que se da la vuelta ante las injusticias. Haber nacido allí o haber llegado a a aquella ciudad, seguramente no lo hubieran elegido si les hubieran ofrecido otros lugares donde vivir.
El ser humano tiene una gran capacidad de adaptación, es cierto que todos vivimos mejor en un sitio donde tengamos agua corriente, comida para todos los días, trabajo, electricidad, independencia, la oportunidad de estudiar... pero si no tenemos esas oportunidades, tardaremos mucho en aceptarlo pero al final nos acabaríamos acostumbrando.
Por tanto, pueden ser tanto agresores desde la concepción que nosotros tenemos de las personas y de cómo deben comportarse (es decir, desde el punto de vista occidental) y podemos verlos como víctimas de las injusticias que reinan en nuestro mundo.
¿Cómo sobrevivir en ese mundo de droga y pobreza?
Sobrevivir en este mundo supondría una aceptación de las normas y los valores imperantes, es decir, sería simplemente seguir con la rutina establecida, seguir siendo violentos, seguir tomando droga, seguir manteniendo todo tal y como está para que la sociedad que se ha creado no te excluya. Ser excluido no se referiría a lo que entendemos aquí como exclusión, es decir, aislamiento o marginación, sino que romper con el sistema podría poner en peligro tu vida y tu seguridad.
Es muy difícil salir de la violencia, sería romper con la norma. Esta violencia es algo con lo que conviven los habitantes de Ciudade de Deus, es el mundo en el que viven, está todo ya organizado, asimilado, hecho. Sin embargo, uno puede sorprenderse a sí mismo con algún talento que desconocía y explotarlo (como el protagonista de la película “Ciudad de Dios”, Budapé, que acaba siendo un fantástico fotógrafo), en vez de hacer lo que todo el mundo hace y no ser feliz. También uno puede mirar más allá e interesarse por los “blancos ricos”, cuya vida es totalmente diferente, con unos valores distintos. Pero de todas maneras, estos son casos que se saldrían de la norma.
Tras esta práctica se encontraba el objetivo de descubrir que el proceso de aprendizaje se presenta en cualquier situación, lugar o contexto. Ciudad de Dios representa un claro ejemplo de educación informal donde sobrevivir, aprender a ser el más fuerte y descubrir como adaptarse al medio en el que se encuentran. Muy bien.
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SARA